O, el capítulo en el que Jimmy está en lo correcto y nadie le cree.
Spoilers
El capítulo de esta semana lo empezamos, no con Jimmy, sino con su hermano Chuck que, sin rastros de la enfermedad que sea que lo está afectando, va a ver a un cliente en prisión. O al menos eso pensamos, porque en menos de dos minutos vemos que el "cliente" es en realidad Jim, que enfrenta cargos de daño a propiedad, y a ser registrado como ofensor sexual. Jim no parece preocupado en lo absoluto, seguro de que su hermano lo sacará del aprieto. No es claro cuánto retrocedimos en el tiempo, pero es aquí cuando nos enteramos de que Chuck y Jim no son tan cercanos como aparentaban en los últimos capítulos, al menos no en ese entonces.
De vuelta en el tiempo presente, Jimmy hace una llamada. Pero no es a Nacho, sino a una amiga suya, Kim, que es ahora parte del equipo de abogados que los Kettleman contrataron sobre Jim. En la conversación, él deja escapar que tal vez alguien esté detrás del dinero que robó el señor Kettleman de la tesorería del condado y tal vez los Kettleman están en peligro. Depués Jimmy hace otra llamada, pero desde un teléfono público a los mismos Kettleman para advertirles.
Al día siguiente los Kettleman han desaparecido, su casa está hecha un desastre, y Nacho ha sido arrestado a pesar de que él insiste que no tuvo nada que ver en el asunto. Para la desgracia de Jim, Nacho está convencido de que le tendió una trampa y lo amenaza con que será hombre muerto si no consigue que lo liberen al final del día; lo cual no es nada fácil con los reportes de los vecinos que vieron su camioneta estacionada fuera de la casa de los Kettleman, y la sangre que encontraron en el piso de la misma (que es de los patinadores del capítulo pasado), por lo que los detectives ni siquiera están buscando otro sospechoso, o al menos otra explicación.
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El resto del episodio es algo predecible, pero no por eso menos disfrutable. Jim se da cuenta de que les dió a los (culpables de fraude y al menos un millón de dólares más ricos) Kettleman la excusa perfecta para "desaparecer" – pasar de culpables a víctimas, según el mismo Jim –, y por su culpa Nacho, si no completamente inocente, enfrenta un mínimo de 18 años de cárcel.
El problema es ahora encontrar a la familia para probarlo.
Después de una pelea con Mike (a quien siempre se agradece ver, aunque sea en intervalos de dos minutos) dos de los detectives en el caso intentan forzar a Jim a sacar una confesión de Nacho amenazándolo con cargos de agresión por atacar a Mike. Jim responde defendiendo su versión del caso, y así, de la nada, Mike decide no presentar cargos contra Jim.
Después de decir que no presentó los cargos porque su versión de los hechos tiene sentido, Mike le cuenta a Jim de un caso en el que estuvo involucrado cuando estaba en la policía de Filadelfia. Esto inspira a Jim a seguir un camino que sale del jardín trasero de los Kettleman, y con ello, encontrar a la familia "secuestrada" cantando instaladísimos cómodamente en una tienda de campaña a la mitad de la nada. Y resulta que una de las maletas está llena de efectivo.
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"Nacho" es un capítulo infinitamente más ligero que los últimos dos, y también más humoroso, pero también, narrativamente hablando, está formando parte de los cimientos para la eventual transformación de Jimmy McGill en Saul Goodman. Aquí da la impresión de que Jim se hunde cada vez un poco más haga lo que haga, porque, como sabemos, simplemente se le da mejor ser malo que ser bueno. Pasa de ser el hombre que se ve sorprendido y aliviado porque una persona le cree a ser el hombre de todas las respuestas.
Como siempre, es agradable ver a Mike Ehrmantraut, y sus accidentados encuentros con Jim en el estacionamiento. El último en específico es particularmente entretenido de ver dado lo peligroso que sabemos es en realidad Mike, y lo poco que le toma poner a Jim en su lugar. Su eventual asosiación es algo que podemos esperar con ansias, y mientras debemos conformarnos con la eterna pelea por las estampillas.
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Uno de los mejores aspectos de Better Call Saul es que no es (hasta ahora) necesario ver Breaking Bad para poder disfrutarla. Sí es cierto que ambas series están "casadas" invariablemente y que es probable que en un futuro veamos más y más de los eventos que ya conocemos (ya sabemos lo bien que se le da la sutileza a Vince Gilligan), pero Better Call Saul juega en su propio plano con sus propias reglas.
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No es el capítulo más emocionante de ver después de la montaña rusa que fueron los primeros dos, pero es seguro que Better Call Saul lo tiene todo para ser un drama digno de llamarse descendiente de Breaking Bad y que ha sabido cumplir hasta ahora las (altísimas) expectativas que el público ha puesto sobre él.
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